"Sísifo en el abismo" no es una novela autobiográfica, pero la lucha interna del ingeniero Salvador García es también la de Miguel Martí: sus dudas y obsesiones, agravadas por las noches de insomnio, el calor, los mosquitos y la manía de rascarse hasta sangrar; la lectura obsesiva de un mismo libro como forma de evasión, pero también para buscar respuestas; el miedo a que el contacto prolongado con una cultura tan diferente altere irreversiblemente su manera de percibir la realidad. La lucha interna que nos plantea el autor sería sumamente desigual si no fuera por un detalle: el ingeniero español juega fuera de casa. De un lado, tenemos siglos de culto a la razón en Europa, de filósofos y hombres de ciencias como Salvador García. Del otro, un hecho que desborda los límites de esa razón y al que solo un brujo africano se atreve a dar explicación. Miguel Martí ha visto y leído demasiado como para posicionarse categóricamente en uno de los dos extremos. Además, sabe que la literatura nace del conflicto, de la contraposición entre visiones.
