Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es ya un clásico: al lado de Aristóteles y Kant permanecerá siempre como una fuente de estÃmulo, mientras permanezca el espÃritu de la filosofÃa crÃtica y no pretendan soslayarse las cuestiones conceptuales básicas con un encogimiento de hombros indiferente, remitiendo a la ideologÃa de moda en cada momento. El arte de pensar wittgensteiniano queda para la historia como paradigma de aquello que escribió su compatriota Weininger acerca de la obligación moral frente a uno mismo de aspirar al genio, al amor intelectual a la verdad y a la claridad. A lo que remite el tÃtulo de la por ahora insuperable biografÃa de Ray Monk, Ludwig Wittgenstein: El deber de un genio. Lógica y ética, es decir, filosofÃa y ética, en este sentido, son una y la misma cosa. He ahà el mayor ejemplo wittgensteiniano, sólo equiparable a ese nivel, seguramente, se dice, al de Sócrates en la historia de la filosofÃa. Isidoro Reguera (León, 1947), catedrático de filosofÃa en la Universidad de Extremadura y director del Instituto de FilosofÃa de dicha universidad en Cáceres, es traductor e introductor de Wittgenstein en España. Es autor de diferentes entradas de la TerminologÃa CientÃfico Social y del Diccionario CrÃtico de Ciencias Sociales (R. Reyes, Dir.) y, entre otros, de los siguientes tÃtulos: Objetos de melancolÃa: Jacob B"hme; La miseria de la razón: El primer Wittgenstein y El feliz absurdo de la ética: El Wittgenstein mÃstico.