No hace mucho visité la casa donde Edgar Allan Poe vivió en Baltimore. Su escritorio estaba en el último piso, después de tres largos tramos de escaleras. Sólo habÃa una ventana, diminuta, pero a su obra le venÃa bien la oscuridad. Allà escribió sus mejores cuentos. Yo no me habrÃa sentido cómodo en aquel lugar. Estaba apartado del centro, entre edificios en mal estado, de los que a veces salÃan grupos de niños para observar la calle. El ayuntamiento -me contaron- iba a demoler todo aquello muy pronto porque planeaba construir una zona de recreo, con cines y grandes superficies comerciales. Me dio la sensación de que un libro estaba a punto de cerrarse. Fue eso lo que me empujó a escribir Mapa mudo, que es al mismo tiempo una geografÃa del hogar y una geografÃa de la literatura, también una historia de fantasmas.