¿Se imaginan que de repente nada es como ayer? ¿Que una metamorfosis de dimensiones incalculables ha puesto del revés el mundo en que vivían, que ha cambiado la geografía y la distribución de los astros, el abecedario y los mitos, la composición química del aire, el pulso de la energía y cualquier otra ley de la naturaleza? Pues algo así, de forma figurada, es lo que ocurre en el universo de David Nahor, un tipo tan estable como aburrido, dedicado al Big Data, que acude al homenaje de su amigo Luis Santaolalla, recién fallecido por culpa de una enfermedad fulminante. Y allí, sin pretenderlo, alternando con unos y con otros, reencontrándose con viejas glorias de la infancia y fisgoneando donde no debe, se le pone la vida patas arriba. A partir de ese día vive como si fuera otro, y mientras el desorden lo descompone, va reflexionando sobre el paso del tiempo, la verdad y la mentira, el desasosiego de las tentaciones y la incapacidad de gobernar la propia vida. David nos lo cuenta de forma directa, sin complejos y siempre con sentido del humor, aunque en unas circunstancias enigmáticas que no se revelan hasta el final del relato. Una novela divertida sobre la errática búsqueda de uno mismo, sobre los interrogantes que en ese propósito quedan sin respuesta, sobre aquello que de forma insospechada nos aguarda a cada uno de nosotros y nos asalta el día menos pensado.
