Hui a Japón. La universidad habÃa acabado conmigo. Escapé alocadamente para ir tan lejos como fuera posible y al llegar encontré una realidad tan mágica y turbulenta como la que dejaba atrás. Viviendo entre granjeros y monjes, conocà la cultura más ancestral, elegante y oscura; convivà en lugares recónditos con las almas más venerables y atormentadas que moran entre las montañas y la neblina de los bosques trasformó los dÃas en una ensoñación antes de volver a despertar en la realidad. Mientras viajaba, compartÃa la soledad de mis aventuras y desventuras escribiendo a don Alonso, otro manchego como yo que también viajaba hacia otras tierras en busca de lo que ambos sabemos y no queremos contar.