La finalidad del psicoanálisis de comprender al enfermo, para ayudarle, no necesita en los tiempos actuales ninguna justificación. Pero, no hace aún cien años, la histeria no pertenecÃa al dominio del médico, sino del juez; las mujeres histéricas eran señaladas y castigadas como brujas, con una penalidad más dura que la del asesinato en nuestros dÃas. Por tanto, no es imposible que en el terreno del crimen el porvenir nos muestre un cambio semejante respecto del criminal y su tratamiento. La aparición del psiquÃatra, como perito médico, para los casos dudosos en el foro es el primer paso dado en este camino. Mientras más profundamente se conozca la vida anÃmica del delincuente, más se ensanchará el cÃrculo de estos casos. Pero nuestro intento de comprender al criminal requiere, aun hoy, una justificación. A primera vista, el delincuente representa un peligro para la sociedad y el único interés de que parece digno es el de hacerlo innocuo, estableciendo con su castigo un ejemplo intimidante. Por lo pronto, parece un gasto superfluo de celo cientÃfico querer penetrar en su personalidad demasiado profundamen