Unos pensaron que Alberto Puig Palau, «TÃo Alberto», actuó siempre como un cantamañanas, un juerguista dilapidador, un caprichoso de talonario fácil. Otros creen que encarnó al último gran señor de una antigua clase dirigente, una burguesÃa industrial con designios inteligentes.
Para la gauche divine se convirtió en el conocido «TÃo Alberto» gracias a la canción de su joven amigo Joan Manuel Serrat, cuando en realidad el apelativo se remontaba a décadas atrás y le habÃa sido impuesto por el cariño de otro grupo muy diferente, el de sus protegidos gitanos.
La canción de Serrat focalizó la atención sobre el personaje cuando éste ya habÃa cubierto la totalidad de su trayectoria y sirvió para recordar el inaudito interés de una vida
más desconocida hasta hoy que la identidad del protagonista. Nadie ha logrado bucear hasta las raÃces Ãntimas de Alberto Puig Palau, pero al menos hemos podido describir cada una de las sorprendentes ramas a las que esas raÃces dieron vida. Una vida por la que desfilaron escritores como Josep Pla o Jean Cocteau, cineastas, actrices, toreros, bailaoras de flamenco, intelectuales...