En esta antolog¡a de Miguel Cabrera nave fluvial hay que dejarse llevar por la cascada y su salto. El r¡o sabe adónde va, el porqué de su bajada, de su ca¡da hasta el abrazo final. Luego, al final del viaje, se vislumbra el primer sol.Hab¡a llegado a los primeros resplandores del sol, allá, en el alba.Nada ya ten¡a importancia. Salvo aquella vista,aquel deslumbramiento,aquel despertar.