Los criminales ejecutados en el patÃbulo fueron objeto de un culto muy singular en Sicilia. Asesinos, violadores, parricidas, ladrones eran venerados como mártires. Esta extraña devoción fue objeto de estudio de antropólogos y folkloristas que señalaron su origen en los años en que la isla estuvo sometida al dominio español. De ahà el mito del origen español de la Mafia, que carece de fundamento, si bien es cierto que los testimonios más antiguos de la devoción a los santos criminales se sitúan justamente en el siglo xvii. Desde entonces, el público que asistÃa a las ejecuciones consideró a los condenados a muerte como ánimas protectoras, semejantes a las ánimas del Purgatorio. Este significado nacÃa de la labor de una cofradÃa, los blancos de Palermo, cuya acción redimÃa a los pecadores y los limpiaba del mal, convirtiendo a los criminales en afligidos. En este libro se explica este fenómeno y los intentos reformistas de la corona española que en 1672 trató de desligar la pena capital de toda connotación devocional. Asà mismo, dicho intento fue parte de un amplio y ambicioso plan reformista que da una visión muy distinta a la que estamos acostumbrados, un momento de gran dinamismo que contrasta con la imagen de abulia y decadencia con que se describe el reinado de Carlos II el hechizado.