La justicia no puede solucionar todos los problemas y decir a la vez la verdad cientÃfica, histórica, definir el bien polÃtico y hacerse cargo de la salvación de las personas. No puede hacerlo, y no debe, a riesgo de hacernos caer a todos en un infierno procedimental frustrante, estéril y destructor que nadie puede desear. La justicia nunca nos desembarazará de la confusión de la polÃtica, pero anima a inventar una nueva cultura polÃtica.