«La alegrÃa del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacÃo interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegrÃa. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegrÃa, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años» (n.1).