Era un joven profesor universitario. Viajé pleno de ilusión hasta el edén de los lirios fragantes. Quería conocer la ciudad que antaño había cultivado una república de poetas. Quería ver el lugar del nacimiento de Venus y de la primavera por venir. Llegué en tren a la estación central de Santa María Novella. Caminé por las calles que serpentean hasta el Duomo mientras divisaba una cúpula rojiza. Y al salir a su plaza de mármol me fascinó una vista prodigiosa: ¡la estampa de la catedral de Santa María del Fiore! Fue mi epifanía de la gran belleza. Este libro de homenaje a Florencia tiene cuatro partes: un preámbulo sobre las maravillas de esta Divina Comedia urbana, la noticia del aluvión que la inundó en 1966, un cuento acerca de «los ángeles del fango» que salvaron sus tesoros artísticos y un allegro fi nal donde seguimos el lema de los Medici Festina lente («Apresúrate despacio») para conducirnos por la vida. Las imágenes incluyen dibujos de Angelo Marí ANGELINUX y fotos coetáneas a la crecida y la traducción al inglés ha corrido a cargo de la profesora Yamila Audisio. Amigos lectores, subamos al alba hasta las colinas toscanas para admirar a la divina Florencia. Asomémonos al mirador de la villa donde los personajes de El Decamerón se contaron cuentos de amor placentero. Nos deslumbrará el fulgor del paisaje tendido en la llanura. Un tapiz de viñas podadas y olivos plateados que alfombra la campiña. Un prodigio de luz que baña los tejados bajo la candela del sol. La mudanza evanescente del horizonte por el capricho de las nubes. El ascenso del azul desde la tierra al cielo por las escaleras del amanecer.
