La figura de Pablo que se desprende de sus Cartas no tiene nada de convencional. Ya sabemos que desde el principio -empezando por el libro de los Hechos- se hizo en la Iglesia un verdadero esfuerzo por limar las aristas de la figura del "Apostol de las Gentes". Por eso conviene redescubrir el verdadero perfil de Pablo a través de los testimonios de su actividad misionera.Pablo es un fervoroso judío que se rinde a la evidencia de un hecho revolucionario: la resurrección de Jesús, cuya interpretación le hace concebir un sentido nuevo para su vida y la de toda la humanidad. A partir de ahí, crea el modelo del misionero fundador de comunidades e iglesias locales, viviendo de su trabajo e inbuido de su condición de apóstol.En Pablo se cojugan tres aspectos fundamentales de la vida humana: experiencia religiosa, misión y trabajo. La perfecta integración de estos tres aspectos es el secreto de su grandeza y de su fuerza: un desafío y una propuesta para todos cuantos aspiramos a vivir plenamente como hombres y mujeres.
